I notturni di Xavier Villaurrutia e le stelle di Liliane Lijn

NOCHE

Cielo increíble,
tan estrellado y azul
como en la carta astronómica.

¡También en la noche
rueda sonando el agua incansable!
Y hay una luz tan morada,
tan salpicada de oro
que parece mediatarde.

Arroyos que se han dormido,
blancos de plata, se tienden
en el verde los caminos.
A aquella estrella señera,
quedada atrás, olvidada,
cantémosle una canción
lánguida y exagerada.
Que el eco hará la segunda
voz, y el viento en las ramas
acompañará la letra tocando
cuerdas delgadas…

“Estrellita reluciente,
préstame tu claridá
para seguirle los pasos
a mi amor que ya se va”.

Stardust – Ella Fitzgerald

NOCHE

¡Qué tic-tac en tu pecho
alarga la noche sin sueño!

La media sombra viste,
móvil, nuestros cuerpos desnudos
y ya les da brillos de finas maderas
o, avara, los confunde opacos.

– Gocemos, si quieres,
provocando el segundo de muerte
para luego caer-¿en qué cansancio?,
¿en qué dolor?-como en un pozo
sin fin de luz de aurora…

Callemos en la noche última;
aguardemos sin despedida:
este polvo blanco
-de luna ¡claro!—
nos vuelve románticos.

Blue Moon – Elvis Presley

NOCTURNO

¡Al fin llegó la noche con sus largos silencios,
con las húmedas sombras que todo lo amortiguan.
El más ligero ruido crece de pronto y, luego,
muere sin agonía.

El oído se aguza para ensartar un eco
lejano, o el rumor de unas voces que dejan,
al pasar, una huella de vocales perdidas.

¡Al fin llegó la noche tendiendo cenicientas
alfombras, apagando luces, ventanas últimas!

Porque el silencio alarga lentas manos de sombra.
La sombra es silenciosa, tanto que no sabemos
dónde empieza o acaba, ni si empieza o acaba.

Y es inútil que encienda a mi lado una lámpara:
la luz hace más honda la mina del silencio
y por ella desciendo, inmóvil, de mí mismo.

Al fin llegó la noche a despertar palabras
ajenas, desusadas, propias, desvanecidas:
tinieblas, corazón, misterio, plenilunio…

¡Al fin llegó la noche, la soledad, la espera!

Porque la noche es siempre el mar de un sueño antiguo,
de un sueño hueco y frío en el que ya no queda
del mar sino los restos de un naufragio de olvidos.

Porque la noche arrastra en su baja marea
memorias angustiosas, temores congelados,
la sed de algo que, trémulos, apuramos un día,
y la amargura de lo que ya no recordamos.

¡Al fin llegó la noche a inundar mis oídos
con una silenciosa marea inesperada,
a poner en mis ojos unos párpados muertos,
a dejar en mis manos un mensaje vacío!

Pink Moon – Nick Drake

NOCTURNO ROSA

Yo también hablo de la rosa.
Pero mi rosa no es la rosa fría
ni la de piel de niño,
ni la rosa que gira
tan lentamente que su movimiento es
una misteriosa forma de la quietud.

No es la rosa sedienta,
ni la sangrante llaga,
ni la rosa coronada de espinas,
ni la rosa de la resurrección.

No es la rosa de pétalos desnudos,
ni la rosa encerada,
ni la llama de seda,
ni tampoco la rosa llamarada.

No es la rosa veleta,
ni la úlcera secreta,
ni la rosa puntual que da la hora,
ni la brújula rosa marinera.

No, no es la rosa rosa
sino la rosa increada,
la sumergida rosa,
la nocturna,
la rosa inmaterial,
la rosa hueca.

Es la rosa del tacto en las tinieblas,
es la rosa que avanza enardecida,
la rosa de rosadas uñas,
la rosa yema de los dedos ávidos,
la rosa digital,
la rosa ciega.

Es la rosa moldura del oído,
la rosa oreja,
la espiral del ruido,
la rosa concha siempre abandonada
en la más alta espuma de la almohada.

Es la rosa encarnada de la boca,
la rosa que habla despierta
como si estuviera dormida.
Es la rosa entreabierta
de la que mana sombra,
la rosa entraña
que se pliega y expande
evocada, invocada, abocada,
es la rosa labial,
la rosa herida.

Es la rosa que abre los párpados,
la rosa vigilante, desvelada,
la rosa del insomnio desojada.

Es la rosa del humo,
la rosa de ceniza, la negra rosa de carbón diamante
que silenciosa horada las tinieblas
y no ocupa lugar en el espacio.

da Nostalgia de la muerte –
Xavier Villaurrutia

* le foto sono tratte dalla installazione
Sturdust di Liliane Lijn